Teatro Kabuki: estilo y tradición japonesa







Fotos: Rodrigo Sura e Ivàn Hernàndez
Texto: Rodrigo Sura


La sala está repleta, baja la intensidad de la luces y como no queriendo ser vista, una silueta se pasea lentamente simulando el movimiento de sus alas por el escenario que nos transporta a un campo congelado en medio del invierno. Así comienza “Sagimusume” o la garza doncella, una obra en la que una garza encarna a una doncella, quien expresa sus movimientos a través de la actuación y la danza; y con ello también daba inicio uno de los espectáculos culturales más importantes del mundo, el Teatro Kabuki.

La belleza del kabuki fue apreciada por primera vez en El Salvador con dos únicas presentaciones interpretadas por la compañía teatral japonesa Shochiku, en la que se montaron dos muestras diferentes, “Sagimusume” la cual se realiza en un set recreado como si fuese un campo invernal en la que el personaje conocido como “onnagata”, realiza una danza alternada con una serie de transformaciones que se representan con cambios de vestuario.

La segunda muestra fue “Sakkyo” (Danza del león) acto que se realiza en una ambientación que representa un legendario puente de piedra localizado en la cima del monte Seiryo, en China, que cuenta la historia de un aristócrata japonés que renuncio a su vida cotidiana para convertirse en monje y que es reconocido por los “shishi”, una pareja de míticos leones que juguetean y danzan alrededor de las flores; una obra que demuestra mucha fuerza y dinamismo.

Un elemento fundamental del kabuki es la música que por medio del shamisen, instrumento de cuerda como si fuese una guitarra, y el narimono compuesto por percusiones.

Origenes del Teatro Kabuki

Se remonta al año 1603, cuando una mujer llamada Okuni, sacerdotisa del santuario Izumo, comenzó a realizar este nuevo estilo compuesto de danza, canto y actuación en el cauce seco de un río en Kioto. Al demostrar sus habilidades Okuni fue enviada por los sacerdotes a continuar sus presentaciones de baile y canto a cambio de contribuciones económicas o materiales para el santuario. Las actuaciones de Okuni incluyeron parodias humorísticas sobre citas de amantes en diversos establecimientos públicos y las reuniones entre los hombres y las prostitutas. Entre estos y otros bailes y actos, ganó mucha atención y comenzó a reunir a grandes multitudes dondequiera que ella actuara. Eventualmente, fue convocada para volver a al santuario, una llamada que ella ignoró, aunque continuó enviando dinero.

Okuni se retira alrededor del año 1610 para acabar desapareciendo con el tiempo de la vida pública. En 1629, debido a protestas públicas relacionadas con la moral de las menores, prohíbe a las mujeres realizar kabuki. Rápidamente fueron reemplazadas por jóvenes actores de sexo masculino, los cuales fueron también retirados rápidamente por problemas de prostitución y corrupción de la moral, solo permitiendo actuar a hombres mayores, lo que se ha convertido en práctica oficial y ha llegado hasta la actualidad.

Existen varias teorías sobre el año en que murió Okuni, pero ninguna contrastada, se habla de 1613, 1640 o 1658. En noviembre del año 2002, se erigió una estatua en su honor conmemorando los 400 años del kabuki.

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